martes, 11 de noviembre de 2008

5. PENSEMOS Y DIGAMOS LO QUE ES JUSTO – Ester 4: 1-16

En un mundo superpoblado es fácil subestimar la importancia que tiene una sola persona. Hay un solo usted. Usted y usted y nadie más. Usted es la única persona con las convicciones, el modo de ser, las habilidades, el aspecto, usted y nadie más que usted.
El impacto importante que puede hacer una sola persona.
Porque los ojos de Jehová recorren toda la tierra para fortalecer a los que tienen un corazón íntegro para con él. 2 Crónica 16: 9

En medio de todo lo que estaba sucediendo, Dios no estaba durmiendo. En su plan soberano, él había determinado que una persona hiciera la diferencia. Una persona estaría sola en la brecha, su nombre es Ester.

La intervención de Ester: Mardoqueo no perdió el control de sus emociones, ni exageró, sino que fue muy cuidadoso con la información que envió. Fomentar el cultivo del carácter es exactamente lo que unos padres sabios hacen, exhortando a sus hijos para que alcancen la madurez. Como padre o madre, usted tiene ocasiones en su vida, breves circunstancias, en las que puede intervenir y ayudar a sus hijos a comprender el valor de ser valientes. A medida que ellos se desarrollan y cambiar y esas ocasiones prácticas se convierten en una relación distante, usted debe animar a sus hijos a defender lo que creen, aunque tengan que enfrentar la situación solos y luego confiar en que podrán hacerlo sin la presencia suya a su lado. Ester estaba determinada a hacer su parte, sin importarle las consecuencias personales sobre ella, “Si perezco, que perezco”, fueron sus palabras.

David y Goliat: David también dijo: “Si perezco, que perezca”. Nuestro Dios peleará por mí. Ester estuvo consciente de lo mismo. Comprendió que allí afuera había un enemigo, no solo de su pueblo, sino más importante todavía, del Dios vivo. Dondequiera que hay un pueblo de Dios hay enemigos de Dios.

La participación personal de cada uno: ¿Importa queme involucre o no? Sí, importa mucho, es importante para su carácter. Es verdad que Dios tiene otras formas de lograr sus objetivos. Tiene otras personas que puede utilizar. A él no lo frustra ni le impide actuar la imposible indiferencia suya o mía. Pero si eso sucede, los perdedores somos nosotros.
¿Qué estoy haciendo yo para levantarme, para enfrentarme solo, para responder al llamado de Dios en esta hora? ¿Contra qué cosas está luchando y qué cosas está defendiendo? ¿Estoy dispuesta a ser sal y luz en un momento así? ¡Hacer algo! ¡Involucrarme!

No será hasta que creamos que una persona puede hacer un impacto significativo, que estaremos dispuestos a arriesgarnos. Solo cuando nos movemos del refugio seguro de la teoría al mundo arriesgado de la realidad hacemos de verdad impacto. Defienda sus convicciones, aunque se quede solo! ¿Lo hizo Cristo? El hizo algo. ¿Qué hacemos nosotros con lo que creemos? Ester fue una mujer cuya valentía estuvo a la altura de sus convicciones.

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