miércoles, 25 de febrero de 2009

11. LOS LIMITES DE LA VENGANZA - Ester 9 - Parte 2


Ester 9: 13-14 – La reina pidió un día más para que los judíos pudieran defenderse. También pidió que los diez hijos de Amán, que ya habían sido muertos, fueran empalados en la horca que su padre había construido. ¿Qué buscaba con ello, puesto que ya estaban muertos? Era la manera de decir públicamente: ¡Lo que representaron estos hombres y su padre nunca más volverá a permitirse. La pena capital comunica elocuentemente un mensaje necesario. Los judíos se defendieron una vez más pero no lo hicieron si contenerse. “Pero no echaron mano a sus despojos”. Los judíos tenían la libertad de devolver golpe por golpe sin restricciones, como forma de venganza. Pero es evidente que aplicaron el dominio propio. Por supuesto que se defendieron de sus enemigos, de los que habían intentado exterminar su raza, pero resistieron la tentación de ir demasiado lejos. Se les había autorizado a sacar ventajas materiales de las derrotas de sus enemigos, pero se negaron a hacerlo. Se contuvieron de hacerlo. Los judíos no solo ganaron poder sobre sus enemigos, sino que también ganaron poder sobre sí mismos.

EL AGRESOR: Lo que comienza con una leve antipatía se convierte en odio, lo que lleva a una forma de vida que ofrece una agresión extrema a la persona que es objeto o blanco de la ira o del odio. Esta agresión puede tomar la forma de palabras ofensivas expresadas en forma verbal, o puede tomar la forma de cartas insultantes. Puede llevar a la difamación. Puede hasta volverse amenazadora o terminar en la violencia física. Esto es algo que, evidentemente, vemos bastante en nuestra sociedad. Entonces, un día, aun por un breve período de tiempo se le da vuelta la tortilla. Lo primero que acontece cuando esto sucede, es el temor al agredido. Esto pasa a una expectativa de venganza. Al final, si el síndrome de la venganza sigue su curso normal y nada lo detiene, el primer ofensor experimenta acciones de odio o de violencia sin restricciones. La persona que ha sido agredida se venga al máximo.

EL AGREDIDO: Al comienzo la persona está consciente de la antipatía contra ella. El agredido no puede cambiar la forma de pensar de la persona airada y comienza a experimentar el maltrato. Imposibilitado de defenderse, el agredido sufre una sensación de impotencia. En este punto, la reacción más natural es tener pensamientos de represalias que comienzan a acentuarse. Debido a que el agredido no puede cambiar la situación, porque no puede defenderse, comienza a pensar: ¿Cómo puedo desquitarme de esta persona? Entonces un día se da vuelta la tortilla. El enorme gato se convierte en razón. El preso se apodera del arma. La víctima es ahora quien manda. Esto da la oportunidad de desquitarse. Y si no hay nada que lo detenga, ¡cuidado! El agredido se venga del agresor con una violencia sin restricción. ¿Qué es lo que detiene al síndrome de la venganza? Una cosa: el dominio propio bajo el Espíritu de Dios. Es la misma clase de dominio propio que necesitamos cuando luchamos contra la ira y la lujuria, las adicciones y los hábitos, las drogas, el alcohol y la glotonería. Sin dominio propio cederemos a cualquier tentación e iremos demasiado lejos.

EL CRISTIANO QUE ES LIBRE HOY: En un sentido el cristiano puede convertirse en un animal peligroso. Si un creyente inmaduro, adolescente, no entiende bien lo que es la gracia divina y la menosprecia ¡CUIDADO! Debemos tener dominio propio o podemos fácilmente causar estragos en el cuerpo de Cristo.

Gálatas 5: 13 – Vosotros fuisteis llamados a la libertad, hermanos, solamente que no uséis la libertad como pretexto para la carnalidad. Mas bien, servíos los unos a los otros por medio del amor.

Según Romanos 12:

1. Debemos ser diferentes al mundo.
Romanos 12: 1-2 – Así que, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios que es vuestro culto racional. No os conforméis a este mundo, mas bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. No os conforméis a este mundo. Los cristianos no deben actuar de la misma forma que los inconversos. Tenemos que ser diferentes. No debemos fijar nuestras normas según este mundo. No debemos conformarnos a él.

2. Somos miembros de una misma familia.
Romanos 12: 3-5 - Digo, pues, a cada uno de vosotros, por la gracia que me ha sido dada, nadie tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, más bien piense con sensatez, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, pero todos los miembros no tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero todos somos miembros los unos de los otros.

3. El Señor es su defensor.
Romanos 12: 17-21 – No paguéis a nadie mal por mal. Procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Mas bien, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer y si tiene sed, dale de beber, pues haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien. Deja que Dios sea tu defensor.

UNA PALABRA PERSONAL PARA ALGUNAS ESTER MODERNAS:

Usted es una Ester, ama a Dios sinceramente. Cree en su Palabra, confía en su espíritu, quiere cumplir su voluntad. Sabe con toda seguridad, que no es perfecta, pero sus motivos son puros y su corazón es sensible a las cosas espirituales. Y quiere sobre todo, honrar a Dios y glorificar su nombre. Pero hay ocasiones en las que experimenta “frenazos” y un asomo de autocompasión se desliza por la ventana trasera de su alma, por la que se siente menospreciada y devaluada. Y reconózcalo, esos pensamientos la desalientan, y de vez en cuando la deprimen. En capítulos como éste, también se percata de que hay todavía algunas áreas de resentimiento ocultos, las que, cuando se descuidan, se convierten en deseos violentos de venganza, de expresar sus sentimientos de ira, y quizá ¿por qué no decirlo? Hasta sentimientos violentos de rencor. Es en este delicado punto de tentación, que el enemigo de su alma está al acecho para animarla a actuar y a no refrenarse. Con sugerencias muy persuasivas, espera convencerla de que ya ha aguantado bastante. Usted hasta ese momento lo ha soportado todo con generosidad y abnegación y ha andado el segundo…. Kilómetro hasta que casi se le ha agotado la paciencia. Por eso, el enemigo le susurra: ¿Por qué no te vengas? Entonces surgen varias opciones, gracias a la creatividad de Lucifer. Niega tu amor y tu afecto, combate el fuego con el fuego. Escribe esa carta ofensiva. Baja la guarda. Devuelve el mal con un poco de mal. Es tu derecha. Antes de ceder a eso, ni querida Ester, deténgase. Regrese a las palabras de Romanos 12. Léalas otra vez. Hágalo despacio, lentamente pero en voz alta. Y al hacerlo, coloque algunos nombres en los lugares apropiados. Personalice el pasaje. Sí, hágalo extremadamente personal. La meta es perdonar.