domingo, 21 de febrero de 2010

LA LEY DE LA BONDAD - Sus Palabras


Abre su boca con sabiduría y la ley de clemencia está en su lengua. Prov. 31: 26

¿Cómo van hasta aquí? Ya hemos aprendido un montón de cosas... y todavía falta. Espero que estés siguiendo esta serie y que puedas poner en práctica lo que vas aprendiendo.
Aprendimos que el esfuerzo que ponemos para alimentar nuestro matrimonio nos da una gran satisfacción personal. Aprendimos que a medida que nos ocupamos de las actividades constructivas, fluye la energía. Aprendimos a que nuestras finanzas se pueden fortalecer gracias a que estamos manejando, ahorrando y ganando dinero. Y así muchas cosas más. Lo que vamos a ver hoy tal vez es lo más difícil de alcanzar. Estoy hablando sobre la calidad de las palabras que manan de nuestra boca. Nuestra lengua nos hace trastabillar y muchas mujeres que estaban en camino a convertirse en mujeres hermosas a los ojos de Dios, han caído sucumbidas por el poder de la lengua. La preparación de las comidas, la ropa, el arreglo de la casa, las manualidades, todo lo que vimos hasta ahora es externo. Pero el tema de la lengua es interno, del corazón. Dios desea que sus leyes de sabiduría y bondad rijan nuestras palabras y nuestro corazón.
Les recuerdo que en la época que fue escrito este capítulo, Israel era una tierra seca. Sobrevivir era un desafío contínuo. La gente se preocupaba por el agua para todos los días. Si le daban a elegir entre agua y comida... elegían agua. Por eso en Prov. 10: 11, el escritor dice Fuente de vida es la boca del justo, compara las palabras piadosas con el agua que da vida. Equipara el efecto que le hacen las palabras piadosas a nuestras necesidades emocionales al efecto que le hace el agua a nuestra necesidad física. Encontrar agua en el desierto es como encontrar una mujer que pronuncia palabras de sabiduría y bondad, es como encontrar la vida.

Sabiduría en el habla
Las palabras de esta mujer son verdaderamente una fuente de vida para los que la rodean. No siempre su boca estaba abierta. No hablaba todo el tiempo. No es charlatana. No habla de manera compulsiva. A menos que no tenga algo sabio y amable que decir, mantiene su boca cerrada. Cuando habla, habla con sabiduría.

De corazón bondadoso
La ley de clemencia, todo lo que ella habla lo hace con el espíritu y la manera propia de un corazón generoso y benevolente, revelando una disposición amable y un temor a ofender sin necesidad alguna. No decía yo soy así, y digo lo que pienso...
Ella adquiere sabiduría y limita sus palabras de acuerdo con ella. Nunca hiere ni destruye con sus palabras.
Ausencia de maldad. No es calumniadora y no habla maldades en contra de los demás. Tampoco hay QUEJAS. No hablaba nada indiscreto ni malsano. No tenía conversaciones banales y sin sentido. Así como es buena administradora de la casa, del dinero, también es buena administradora de lo que sale de su boca.

Ejemplos
ANA, era una mujer que abría la boca muy poco bajo circunstancias extremadamente difíciles. Ana no podía tener hijos. Su esposo tenía otra esposa y otros hijos, pero ella no los tenía. Sufría la crueldad de la otra mujer, pero Ana permanecía callada. Un día, en gran agonía se dirigó a la casa del Señor. La intensidad de su oración hizo que el sacerdote Elí pensara que ella estaba ebria. Y Ana respondió con sabiduría y con la ley de clemencia. Dios escuchó su oración y le dió un hijo.
ABIGAIL, su nombre significa fuente de gozo. Casada con Nabal, un hombre alcohólico e insensato. Abigail utilizó palabras cuidadosamente escogidas ante la cuerda floja del peligro. Ella habló con David cuando el se dirigía a aniquilar a toda su casa. Actuó rápido, con sabiduría y amabilidad. Le pidió perdón en nombre de su esposo y salvó a toda su familia de una muerte inminente.

COMO LOGRARLO
Establece dos normas, hablar únicamente cuando son palabras sabias y hablar solamente palabras amables. Decir las cosas con sabiduría y con amabilidad.
Piensa antes de hablar. Haz una pausa cuando estés enojada o nerviosa, toma tu tiempo antes de hablar con tu esposo o tu hijo cuando ellos te hayan ofendido o hecho daño. Las palabras bruscas destruyen tu vida y tu personalidad.
Aprende a esperar. Cuando ocurra algo poco placentero, no digas nada. Si debes responder en ese momento, asegúrate que tus palabras sean suaves. Luego busca en las Escrituras y averigua lo que Dios dice sobre la situación que estás viviendo. Busca consejos y averigua lo que otras personas sabias dicen al respecto. Pide a Dios una solución sabia. Cálmate. Tranquilízate. Aléjate de la situación. Sé prudente, controla tus impulsos.
Evalúa el problema. Decide si la situación es algo que tienes que pasar por alto o si necesitas abrir la boca y abordar con sabiduría y amabilidad a las personas involucradas. Esto puede suceder en conversaciones o situaciones con tus hijos.
Considera a la persona involucrada. ¿Se está convirtiendo en una costumbre? ¿Es algo ocasional o parte de una serie de errores repetidos?
Añade dulzura a tus palabras. La sabiduría poseer un gran encanto cuando la endulzamos con las palabras adecuadas.
Agrega persuasión a tus palabras. Además de ser amables y de hablar condulzura, tienes que saber de lo que estás hablando. Tus palabras deben siempre indicar lo que tienes en la mente, en el corazón y en tu conocimiento. Habla con autoridad. La verdadera sabiduría no puede dejar de causar una buena impresión.

CONCLUSION
Toma el compromiso de hablar con palabras sabias y amables. No seas charlatana. Sé sabia y prudente. Y cuando fracases, y te salgan las palabras feas... no te desanimes. Vuelve a empezar. Vuelve a intentarlo. NO TE DESANIMES. Empieza otra vez y otra vez, y otra vez...y otra vez... hasta que tu hablar sea sabio basado en la palabra de Dios. Bendiciones.