miércoles, 15 de octubre de 2008

Especial para las madres... RECUERDOS..

Hacemos un alto en Ester... para recordar que el próximo domingo 19 de Octubre, es el Día de la Madre en Argentina, y no queremos olvidarnos de ellas.

Como nunca, hoy tengo ganas de vivir, tengo ganas de cambiar el mundo, ganas de crear otro mundo, ganas de ayudar, ganas de sobresalir en lo bueno, ganas de rechazar lo malo, la corrupción, la hipocresía y orientar a los niños, a los jóvenes, a los adultos, a la tercera edad, que TODO se puede, nunca es tarde, solamente hay que empezar y aquí está el problema, ¿Dónde empezar? ¿Cómo empezar? ¿Con qué dinero?

Pero en algo hay que “arrancar”, así sea muy poco, o muy pobre, pero en algo, no importa si es pequeño o ante las personas es insignificante, pero en algo, con algo hay que empezar. Y esto en primer lugar es para mí, tengo que empezar a organizarme cada día, a ponerme metas semanales de aquellas cosas que siempre quise hacer y nunca hice, o tal vez de conseguir una entrada de dinero para mí, para ayudar a mis hijos en sus vidas, con sus cosas, con sus sueños y proyectos, para arreglarme yo, para no andar como pordiosera, para andar arreglada, pintada, bien vestida, dando buena impresión, no creyendo que pierdo el tiempo al tratarse de mí, sino entendiendo que el atenderme a mí, el cuidarme a mí misma, traerá resultados positivos. La vida se pasa, cada minuto que se pasa no se puede volver a recuperar, no perder la vida, tampoco agotarla, darle el tiempo a todo.

En el deseo de rendir más, no agotar esta vida que Dios me dio, no vencerla con el cansancio o con la amargura, sino disfrutarla, traer a la memoria cada lindo recuero, cada momento lindo, agradable y volverlos a disfrutar. Desechar la información innecesaria en la mente, aquella que me amarga, que me enoja, que no aporta nada y refrescar aquella que suma a mi favor, que me gratifica, que me conforta… tal vez el recuerdo de mamá, de su compañía, de su cuidado, de su amor, de cuando era muy pequeña, mis primeros recuerdos acostada a sus pies, porque éramos muy pobres y no había cama para mí. De su desayuno, del huevo revuelto, de los té de yuyos horribles, de las 6 de la tarde, la hora de Lassie, del patio de la casa llena de rosas y de higos, de la escalera que subía a la terraza, que era como un fantasma, siempre, siempre me caía. Del galponcito lleno de revistas y en especial una de ellas con un hermoso vestido de novia, lo miraba y soñaba con el, aún sin saber y no entender para qué se usaba. De mis deseos de querer volar y saltar, y saltar y saltar 100 veces por día de un escalón de 10 cm de alto. “Si puedo mantener este salto, podré volar”, pensaba yo. Pero no resultó.
Recuerdo todas estas cosas y una sonrisa alegre mi rostro. ¡Qué feliz que era! Lo tenía todo, papá que trabajaba y me quería un montón, mamá que estaba todo el día conmigo en la casa, me hacía la ropa de ropas o telas que le daban. Siempre limpia, siempre arreglada, siempre planchada. Me hacía la comida, la infaltable sopa y el infaltable puchero, aunque también recuerdo las papas rellenas, mas o menos los guisos, mejor las milanesas y mi plato preferido: pollo, ¿cómo olvidarlo? ¡Riquísimo!, con papas al horno. Y para ocasiones especiales, los fatay, los pasteles, la torta de panqueques, la chocolatada de la tarde, las tostadas… todavía me acuerdo del sarampión, no sé por qué, pero dormía en una camita en la cocina, ah, si… ya recuerdo, porque era calentita y allí estaba todo el día con mi mamá, con una botella metálica con agua caliente, que siempre se me abría y se me volcaba en la cama.
No tenía problemas, era feliz, todo era hermoso, el helado del domingo… era desesperación que tenía, un único vaso de gaseosa por día, saboreaba trago por trago, cucharita por cucharita, un paquete de pastillas de eucalipto por mes, el día que papá cobrara, y luego un famoso chocolate con miniaturas dentro, que me compraban cada 3 meses. Mientras mis amigos tenían colecciones de esas miniaturas, yo tenía unas pocas, pero estafa feliz, recontenta con lo que tenía. No deseaba nada del otro, porque lo tenía todo.

Mamá supo hacer de mi niñez, una niñez feliz, llena de amor, de esperanza, de positivismo, siempre mirando para adelante.

¡Gracias mamá! ¡Gracias por todo!

“Muchas mujeres hicieron el bien, más tú sobrepasas a todas”. Proverbios 31: 10

Esa mujer eres tú, mi querida mamá. (SJM)


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