jueves, 7 de mayo de 2009

SU VALOR - UNA JOYA RESPLANDECIENTE

Porque su estima sobrepasa largamente a las de las piedras preciosas. Prov. 31: 10b

Otras traducciones dicen: “Su valor supera al de los rubíes”, “Su valor es mucho mayor al de las perlas”, “Su valor supera en mucho al de los corales”. "Su valor supera al diamante".
Rubíes, perlas, corales, diamantes. Todas estas joyas resplandecientes son raras y valiosas. Es difícil recogerlas y se encuentran muy pocas. Y ésa es la imagen que utiliza la madre del joven príncipe para inculcarle lo extraordinaria que sería una mujer hermosa a los ojos de Dios.
Así como las piedras preciosas aumentan con el tiempo de valor, nosotras, las mujeres hermosas de Dios, sus joyas, también. De modo que aquí hay algunos ejercicios para ayudarnos a mejorar nuestro resplandor y para iluminar nuestra vida y la de los que nos rodean.

Mejoren sus conocimientos prácticos. Seamos casadas o solteras, nosotras, las mujeres de Dios, necesitamos perfeccionar el talento necesario para manejar un hogar o cuál sea el lugar que vivamos. Aunque parezca obvia, necesitamos saber cocinar, limpiar y atender a las personas.

La administración del dinero: Las mujeres virtuosas necesitan también conocimientos de las finanza s personales. Necesitamos saber cómo pagar las cuentas, saber utilizar una tarjeta de banco, manejar cheques, ahorrar e invertir y tener control de los gastos mensuales.

El manejo del tiempo: Es clave para administrar un hogar y una vida sin sobresaltos. El tiempo es la mercancía de mayor valor que nos da Dios, y él espera que sea redimido (Col 4: 5), y utilizado para sus propósitos (Efesios 2: 10). La vida misma está compuesta por minutos, y esos minutos deben ser manejados con sabiduría.

Mejoren su estabilidad emocional: Para ser una joya resplandeciente en la vida de los demás, tenemos que mejorar nuestra estabilidad emocional. Veremos tres lineamientos para poder obtener una mejor estabilidad emocional que les permita lograr que su hogar sea feliz.

Domine su tolerancia: Me refiero a su entereza. La estabilidad emocional les da a los soldados en el ejército la capacidad invalorable de continuar aun cuando sea difícil. Cuando me refiero a circunstancias difíciles o momentos de dolor, me refiero a las palabras de Fil. 4: 13, todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Este es el recurso para seguir adelante. Me esfuerzo por soportar tranquilamente y con calma y con determinación los desafíos de la vida. El objetivo es no ceder, no darme por vencida ni abandonar la lucha. No debo permitir que las emociones me anulen.

Dominen su humor: Prov. 14: 30 no dice que ella alimenta un corazón apacibe. Prov. 19:2 nos dice que sabe cómo esperar. Prov. 19: 11 nos dice queno se impacienta. Prov. 25: 28 nos dice que pone riendas a su espíritu. Esta descripción podría parecer un sueño imposible. Pero Dios utiliza nuestra fiel devoción día a día, incidente por incidente, desafío por desafío a lo loargo de toda nuestra vida para darle cuerpo a su divina hermosa en nosotras, el reflejo de su imagen.

Dominen su lengua: Las bendiciones y maldiciones provienen de una misma lengua, Santiago 3: 10. Nuestras palabras pueden herir como espadas o brindar alivio (Prov. 12: 18).
Específicamente tenemos que:
Prov. 10: 19 – hablar con menos frecuencia.
Prov. 15: 28 – hablar después de pensar lo que vamos a decir.
Prov. 16: 21 – 24 – decir solo lo que es dulce y placentero.
Prov. 31: 26 – hablar solo con sabiduría y amor.

¿No quisieras e el día de hoy convertirte en una joya resplandeciente que añade brillo y luminosidad a la vida de los demás?
Dios, nuestro Maestro Artesano, sostiene tu corazón y el mío en sus manos. ¿Por qué no le entregamos los defectos que inhiben nuestro fuego, nuestro resplandor? ¿Por qué no le pedimos que nos ayude a no caer en emociones dañinas? ¿Estamos dispuestas a hacer nuestra parte para aumentar nuestra estabilidad emocional y pulir nuestros talentos? Esos dos rasgos, nuestro carácter y los talentos que reflejan nuestro carácter son lo que Dios desea y lo que tiene valor para los demás. ¡Permitamos que Dios haga su obra en nuestras vidas!

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