viernes, 2 de enero de 2009

La sorprendente soberanía de Dios - Segunda Parte - Ester 7


¿Cuál es tu petición?, le pregunta el Rey a Ester, ¿qué es lo que solicitas? Ya le había hecho esta pregunta un par de veces antes: cuando ella fue la primera vez y el rey le extendió el cetro y después en el primer banquete. Pero Ester nunca se lo dijo, no era el momento oportuno. Ella tenía un oído sensible y un corazón sabio, sentía que aún faltaba algo. Por eso no presionó. Sabía cuando actuar, y también cuando esperar. ¿Tiene usted esa misma sensibilidad? ¿Sabe cuándo escuchar? ¿Sabe cuando hablar y cuando callar? ¿Sabe cuánto decir y también cuándo decirlo? ¿Tiene la sabiduría de saber contenerse hasta que llegue el momento adecuado? Estas cosas hacen la diferencia. ¿Está usted suficientemente en sintonía con Dios como para captar sus señales sutiles?

Hasta ese momento ni siquiera le había dicho al Rey que ella era judía. Pero había llegado el momento de romper el silencio. El silencio estuvo bien una vez, pero ya no. Una vez que el Rey Asuero abre la puerta por tercera vez, Ester se llena de valentía para expresar su petición:


Ester 7: 3-4-5: “Oh rey, si he hallado gracia ante tus ojos, y si al rey le parece bien, que me sea concedida mi vida por mi petición y mi pueblo por mi solicitud. Porque yo y mi pueblo hemos sido vendidos para ser destruidos, muertos y exterminados. Si hubiéramos sido vendidos para ser esclavos y esclavas, yo habría callado, pues tal desgracia no justificaría la molestia del rey…” “…El Rey Asuero preguntó a la reina Ester: ¿Quién es ése, y dónde está el que ha concebido hacer tal cosa?

De pronto las cosas habían cambiado. No se le ocurra jamás convencerme de que hay situaciones en esta vida que son absolutamente inalterables. Dios puede moverse en el corazón de un rey. Puede derribar lo que fue una vez la impenetrable Cortina de Hierro. Ninguna barrera es demasiada alta, ningún abismo demasiado grande para él, porque no está limitado por el espacio o el tiempo, por lo invisible o lo visible. Recuerde que él vive en una esfera que trasciende todo eso. El es Todopoderoso. Cuando Dios está listo para moverse, se mueve. Y cuando lo haga ¡agárrese bien fuerte!, porque usted va a emprender el gran viaje de su vida. Al darse cuente de que su momento había llegado, Ester no tartamudea ni vacila: Ester 7: 6 “El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces Amán se llenó de terror en la presencia del rey y la reina”.

Así, pues, Ester, revestida de dignidad y fortaleza, responde con la misma clase de valor que ha mostrado desde su decisión de arriesgarlo todo. Amán está verdaderamente aterrorizado y con toda razón. Amán no tenía ningún derecho a salirse con la suya. Tenía que ser castigado. Y eso es precisamente lo que hace el rey. Lo colgaron en la horca que él preparó para Mardoqueo. A esto es lo que nosotros llamamos una ironía. Los teólogos lo llaman soberanía. Yo lo llamo la sorprendente soberanía de Dios.

Hallo un gran consuelo de Dios en saber a fin de cuentas, que Dios es Dios, y que él hará su voluntad cuando le plazca y para su gloria. Dios sigue siendo digno de confianza. Lo importante es que usted y yo sigamos siendo sensibles a esos momentos en que el rompe el silencio (que tenemos la tentación de llamar ausencia) e interviene de pronto a favor nuestro.

La luz es muchas veces difusa y Dios se muestra callado. ¿Cómo podemos ser sensibles a sus intervenciones? ¿Qué hacer cuando como Job, estamos luchando en medio de la niebla con el silencio de Dios, cuando estamos convencidos de que su silencio significa ausencia? Tenga por seguro, por favor, que él no está ausente. Es posible que esté callado, pero no está ausente.

La niebla que hay en su lago no es accidental ni fatal. Por lo tanto, cuando esté nadando escuche con mucho cuidado y paciencia la voz de Dios. Lo animo a escuchar con gran sensibilidad porque su mensaje le llegará de diversas maneras. Dios le dio a usted una mente. Dios le dio una sensibilidad que no la tiene nadie más, todo esto forma parte e su sistema espiritual y el sistema de cada persona está sintonizado de manera diferente. Dios desea revelarle a usted su voluntad y enseñarle mientras espera. Por eso, cuando espere, no se ponga a buscar cosas fantasmales.

Los cristianos andamos por fe, no por vista (2 Corintios 5: 7). Escudriñe su palabra. Póngase de rodillas. Acepte los consejos de los creyentes maduros y equilibrados, que tienen solidez bíblica en su teología y en su vida personal. Espere, hay algo más. No trate de buscar dirección en las estrellas y mientras espera, aléjese de quienes le digan que pueden hacerlo. Sin embargo, si hay cosas tangibles con las que sí se puede conectar pasajes de las Escrituras que dan consuelo y discernimiento, mensajes que iluminan la mente y el espíritu, y que alientan, ciertas personas a las que usted respeta. Sáquele provecho a estos recursos y espere y escuche con un oído sensible. Al igual que Ester, no se apresure cuando tenga que tomar grandes decisiones. ¿Y me permite que sea bien directa? ¡No hable tanto! Los creyentes que están madurando no sólo respectan el silencio de Dios, sino que también lo imitan.

La actuación de Dios no tiene nada que ver con nuestros relojes, tiene que ver con nuestras crisis. Mientras espera, vea más allá del presente. ¡Lo mejor que podemos hacer es orar! Haga de su vida una vida de oración. Cuéntele a Dios, con angustia si es necesario el horror de la espera. Exprésele su pánico. Dígale que está atrapado. Usted no sabe cuánto más podrá mantenerse a flote. En esos momentos, pídale que lo ayude a ver más allá del dolor del presente. A mí me ayuda la oración cuando no puedo entender plenamente el significado de algo con lo que estoy luchando, como cuando estoy enfrentando grandes decisiones o tratando con gente difícil. La oración me da una perspectiva tranquila de las cosas.

Las sorpresas que están reservadas no son. Esto es algo que puedo ver después al echar una mirada retrospectiva. Piense en la cruz. Los funcionarios romanos aplaudieron. Los líderes judíos se regocijaron. Pero tres días después él irónicas ni fortuitas, sino que han sido ideadas soberanamente por Dios. Mientras espera lo que vendrá, confíe en que él hará justicia. Es posible que usted no vivirá para ver esa justicia, pero se hará. Es un Dios justo, usted sabe que es así. Por tanto, confíe en él en esto. He encontrado mientras me hallo en medio de la niebla, que mi gran tentación es, o bien dudar o bien negar que él está actuando.

Pero, las más de las veces, cuando algo parece que ha llegado a su fin absoluto, se trata realmente del comienzo, estaba VIVO otra vez. Lo que parecía ser el fin era solamente el comienzo. ¿Cuándo aprenderemos por fin? En el momento preciso Dios hará su mayor impacto, cesa su silencio y actúa soberanamente.

Y cuando lo hace... todo está lleno de sorpresas.

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