viernes, 9 de enero de 2009

9. Y LOS MUROS CAYERON / Ester 8

Amán planeó la destrucción de los judíos de la antigua Persia, pero gracias a Dios, hay una fuerza que es aún más poderosa y que se levanta contra tal iniquidad: la justicia divina, que se opone, le pone freno y bloquea los planes perversos diseñados por los inicuos. El bien prevalece siempre al final sobre el mal. Prevaleció en el tiempo de Ester y prevalecerá también en el nuestro. Pero hay a menudo largos períodos en el que la luz de la esperanza se vuelve muy débil, en que somos tentados a poner en duda ese hecho. Se puede construir muros de maldad, tan altos y tan anchos que nos preguntamos si permanecerán para siempre. Pero es aquí donde la historia nos ayuda. Al echar una mirada hacia atrás, redescubrimos la esperanza, porque tenemos evidencia escrita de que ningún muro, no importa lo impresionante que pudo haber sido en su tiempo, sigue hoy en pie.

LOS MUROS QUE CAYERON EN EL TIEMPO DE ESTER: El muro de un corazón humano contumaz colapsa. Asuero es un hombre poderoso, pero ningún corazón es tan duro que Dios no pueda penetrarlo y ninguna voluntad es tan obstinada que él no pueda dominarla cuando lo desea.

Proverbios 21: 1-2 – Como una corriente de agua es el corazón del rey en la mano de Jehová, quien lo conduce a todo lo que quiere. Todo camino del hombre es recto ante sus ojos, pero Jehová es el que examina los corazones.

El corazón del rey es como pasta blanda, como nasilla muy suave, como plastilina en las manos del Señor. No hay corazón tan duro que no pueda ser frágil en las manos del Señor. Ahora bien, es fundamental que en medio de esto recuerde que no hay ningún muro fuerte que sea más fuerte que el Dios Todopoderoso. No hay ninguna voluntad tan dura que él no sea capaz de ablandar. Si Dios puede cambiar el corazón de un Asuero, también puede cambiar cualquier corazón. SI, EL DE CUALQUIERA.

UN EDICTO IRREVOCABLE: El proveyó una manera mediante la cual la ley podía quedar sin efecto, o por lo menos ser neutralizada. Los judíos debían protegerse a sí mismos. En realidad podían hacer más que eso. Los derechos dados a todo judío estaba garantizado por el mismo hombre que antes había prácticamente sellado su exterminio. Es posible que usted no solo tenga a alguien que lo esté persiguiendo. Es posible que haga contra usted algo que ha sido escrito y que parece irrevocable: un artículo en una revista o diario, la copia de un documento, algún informe profesional, una demanda judicial, lo que sea. Porque está escrito, se ve tan intimidante, tan inalterable, tan legal… y usted está leyendo estas palabras pensando: Si, si usted supiera quién está detrás de todo esto… ese es precisamente todo mi punto ¿Quién es cualquiera comparado con el Señor mismo? A mí no me importa quién esté detrás de ese documento. Nosotros servimos a un Dios soberano, al que nada en este mundo le sorprende, ni le asusta ni le asombra. ¡El es quién manda! Vivimos “al abrigo del Altísimo”, moramos “bajo la sombra del Omnipotente”, Salmo 91: 1. ¡NADA ES DEMASIADO DIFICIL PARA EL!
Daniel 4: 35 – Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada. El hace según su voluntad con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierral. No hay quien detenga su mano ni quien le diga ¿qué haces?

El es el Dios a quién usted y yo servimos. El es el Señor que adoramos. El es aquel que es nuestro refugio y fortaleza. Cuando Dios interviene para enderezar las cosas los resultados son maravillosos. No solo se doblará delante de él finalmente toda rodilla, sino que toda mentira será puesta al descubierto y toda falsedad destruida para siempre.
No tema, por tanto, lo que sus enemigos puedan escribir de usted o contra usted. Eso no será eterno. Algún día se abrirán los libros finales y el único registro correcto será leído. ¡Allí sí que habrá sorpresas!

UNA OSCURIDAD IMPENETRABLE: La oscuridad había desaparecido. No era tan impenetrable después de todo. Sólo lo parecía. La historia de Ester no es un trazo de historia sin importancia oculto entre los pliegues de un manuscrito antiguo. Estos principios siguen vigentes hoy. Aquí hay vida tan relevante hoy, como cuando fue escrito por primera vez el relato. Este fue escrito para personas que tienen que enfrentare a personas contumaces y amedrentadoras. Quizá viven con ellas, están casados con ellos o tienen hijos ya grandes que son así. Fue escrito para personas que han sido heridas profundamente por documentos o demandas, por informes negativos o por rumores…. ¡HAY ESPERANZA!

MUROS QUE CAEN EN UN DIA CUALQUIERA: Todos los días caen muros. Pero no podemos predecir cuándo caerán los suyos. Dios se ocupa de derribar muros. El muro puede ser su propia voluntad rebelde. Es posible que usted sea una de esas personas que ha dicho resueltamente: “Esto es lo que haré, y lo haré, pase lo que pase. Nadie se me va a atravesar en el camino”. Cuando Dios quiere hacer una tarea imposible, toma a una persona imposible y la quebranta. Dudo que Dios pueda bendecir mucho a un hombre antes de quebrantarlo profundamente. Su voluntad rebelde no puede intimidarlo a él. Aunque a usted le resulte doloroso, él lo pondrá de rodillas. Usted no es rival de Dios. El lo quebrantará. El lo humillará. Es posible que hasta tenga que destrozarlo, porque él quiere adueñarse de su corazón. El muro puede ser un documento perjudicial. Esos uros caen todos los días. Es maravilloso como aflora la verdad. Eso que parecía tan inalterable de repente da paso a la luz de la verdad. El problema es que el período de espera es algo espantoso para la persona cuya vida pende de un hilo. Pero tenga confianza, anímese. Eso pasará y la verdad se sabrá. Todos los días caen muros de depresión y abatimiento por la maravillosa presencia del Dios vivo.
Salmo 30: 5 – Por la noche dura el llanto, pero al amanecer vendrá la alegría.
Las personas que sufren logran una perspectiva de la vida que no tienen las que no han padecido. Acudamos a las palabras de David:

Salmo 119: 67, 71,75 – Antes que fuera humillado, yo erraba, pero ahora guardo tu palabra. Bueno me es haber sido afligido, para que aprendiera tus leyes. Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos y que conforme a tu fidelidad me has afligido.

¿Cómo puedo hacer que esto funcione en mí? ¿Cómo puedo lograr que esto suceda? ¿Lo necesito? Permítame responderle específicamente: lo que usted necesita es tanto la presencia del Salvador como la presencia de la cruz, viva y actuante en su vida. La cruz de Cristo echa su sombra sobre todos los aspectos de la vida, haciéndola soportable. Usted necesita que el Señor y Dios viva en su vida, actuando con control absoluto. Lo necesita en su vida para darle perspectiva y aguante, o lo consumirá la ansiedad y su enemigo lo vencerá. Una voluntad rebelde le robará la paz. Un documento perjudicial lo destruirá. Y el desaliento que vendrá después lo deprimirá. La historia de Ester puede ser antigua, pero sigue vigente, ¿no le parece? ¡De qué manera tan hermosa interviene el Señor para arreglar las cosas justo cuando más lo necesitaban! El nunca se atrasa, pero sí parece demorar su participación más tiempo del que nosotros quisiéramos. Cuando los viejos muros de resistencia, temor y desaliento caen, ¿qué cosa mejor que celebrar? La alegría de sus corazones, la felicidad que había en sus rostros, el gozo con que danzaban, y el regocijo general y espontáneo que había entre ellos atrajo a otros al Señor. Siempre será así. ¡La gente no puede permanecer indiferente ante el gozo abierto del pueblo de Dios!
Así pues… la escena había cambiado totalmente mientras Ester regresaba a su habitación en el palacio esa noche. Había hecho lo que debía hacerse. No le había hecho caso al protocolo e interrumpió al rey. Había esperando el mejor momento para decir lo que tenía que decir. Se levantó valientemente contra la iniquidad y denunció con valentía el cruel plan de Aman. Luego le suplicó al Rey por su pueblo, al cual, Dios preservó gracias al nuevo edicto del rey. Ella hizo lo correcto, y al acostarse esa noche, exhausta, podía oir la música y la risa de los judíos en las calles de Susa. Y le dio gracias a Dios por haber echado abajo esos muros que nadie, sino El, pudo haber derribado, por haber abierto las puertas que nadie sino El, pudo haber abierto, y por preservar las vidas que nadie, sino él, pudo haber preservado. AMEN.

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